sábado, 5 de noviembre de 2011

El espejo de Dios

Este, como pueden observar y sentir, no es ni jamás pretendió ser un libro amplio, grueso, pesado. Así como tampoco filosófico y mucho menos teológico. Es un libro de contenido sencillo, que, debo adelantar, fue escrito por mis dedos; pero nunca terminare de entender como fui capaz de escribirlo. Entiendo lo que siento mientras lo escribo; lo que pienso y, especialmente, los obstáculos que me llevaron a tardarme en terminarlo como si algo o alguien no quisiera que lo realizara.

No piensen mal, no soy esquizofrénico ni escucho voces. Pero ciertamente me siento pequeño ante los conceptos que llegan a mi mente y definitivamente no soy nadie especial para que suceda.

Al final de cuentas, aquí esta ‘El Espejo de Dios’. Un camino hacia la Santísima Trinidad de Dios, a través de ti mismo; de la que un día me puse a hablar y esto fue lo que entendí.




Introducción 
La primera vez que se me ocurrió que debía escribir un libro como este, fue después de la insistencia de mis hijas Mafer, Carmen y Luisita; al igual que de mi esposa Luisa Fernanda. Lo hemos platicado muchas veces y siempre me insistieron en que debía escribirlo.

Por alguna razón, la idea que yo he concebido de Dios, respecto a la creación humana a su imagen y semejanza, en mi familia y muchos a quienes se los he explicado, se quedan reflexionando, con una fuerte tendencia a creer que de eso se trata cuando la gente intenta racionalizar la fe respecto a la Trinidad de Dios y su necesaria referencia a nuestra naturaleza. Cuando se dice que fuimos hechos a la imagen y semejanza de Dios, es justamente la Trinidad lo que esta presente.

Pero lo realmente importante es lo primero; lo que, a mi juicio, va primero que la razón. La fe, que es el camino mas corto y el mas efectivo para obtener respuestas y cambios positivos en nosotros mismos y nuestro alrededor. ¿No es eso lo que quisiéramos tener todos los días de nuestra vida?; pues con la fe lo realizamos.

Si observamos el camino de la razón casi siempre nos lleva a certezas que nos explican lo que queremos entender; pero muchas veces nos deja en un caos emocional, porque no nos sentimos del todo satisfechos. ‘Eso dice la razón y eso es lo que debo creer’. Quienes piensan así, en mi opinión –otra vez-, pasan muchas horas al día tratando de encontrar respuestas a insatisfacciones emocionales; que se convierten en semanas, meses,  años y vidas completas.

Quizá un buen ejemplo sea este libro. Comprender la naturaleza de Dios en tu interior y tu exterior no parecerá ser algo muy científico; pero lo es. Porque la fe es otra clase de ciencia y de razón. La fe, en su máxima expresión, es un laboratorio espiritual donde todas las pruebas, por duras que sean, salen adelante. Y el espejo de Dios es una explicación razonable de ese laboratorio que existe en nuestro interior.

¿Cuantas veces has sentido hambre y después de comer de todo lo que te han servido, te sientes lleno, pero insatisfecho?. El alimento de tus emociones opera igual. Y mas aun si crees en el espíritu o, al menos, no lo niegas del todo; su alimentación es muy sencilla, pero muchos insisten en ser diferentes y creer que no necesitan ese alimento.

Espero que ‘El Espejo de Dios’ les ayude a comprender la intención de Dios en cada una de las tres personas que conformamos, igual que El. La Santísima Trinidad existe, es una realidad cotidiana en nuestras vidas; igual que en El.




Solo un minuto
La Biblia nunca menciona la palabra ‘Trinidad’; pero surge su presencia –e inquietud- a partir de diversos testimonios del antiguo y nuevo testamentos, en relación al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. ¿Se trata de 3 seres diferentes, separados, individuales?. Desde hace muchos siglos algunos teólogos llegaron a la conclusión de que, si estas tres personas comparten diferentes cualidades y características divinas exclusivas de Dios (señorío, eternidad, omnisciencia, omnipresencia, santidad, etc.), se tendría que utilizar la formula matemática 1x1x1=1 en vez de 1+1+1=3; esto es parte de lo que vamos a entender a lo largo de la presente lectura.

No solo podemos descubrir la Trinidad de Dios en El mismo a partir de la historia sagrada- creas o no creas-, es historia; sino especialmente en nosotros mismos a partir de Su procedencia en nuestra naturaleza. Pero antes de llegar al espejo de Dios donde lo veras y te veras reflejado, partamos del principio. ¿Cuáles son tus dudas?, ¿Cuáles son tus miedos?, ¿Cuáles son tus deseos?. ¿Cuáles son tus rencores y tus odios?. ¿Crees en Dios?. ¿Tienes una fe inquebrantable?. Muchos dicen que es muy fácil hablar de Dios y de su amor cuando la vida no les ha dado muchos problemas. Este tipo de postura se refiere a no prestar atención a quienes no tengan antecedentes dramáticos como poder contar que sus padres los golpeaban o que fueron violados. Que puede decir aquel que no vivió con un padre alcohólico o con una madre prostituta. O sencillamente con hambre y sin poder alimentar a tus hijos. Perder a quien mas amas por una enfermedad o porque un ser querido fue secuestrado y asesinado. Por eso se acabo mi fe –dicen-. Por eso nunca tuve fe –aseguran-. Lo cierto es que cada uno de nosotros reacciona de acuerdo a su propia realidad; y lo que es absurdo en la vida de una persona, es una desgracia en la vida de otra. Se acabo el dinero. No gane el cargo público. Se caso con otra. Mis papas no me quieren dar más dinero. No pude ir al viaje que quería. Descubrieron mis engaños. Ese imbecil me acusa de corrupto y es peor que yo.

Son tan pocas las veces que nos detenemos a pensar un poco en nosotros y lo que Dios espera que hagamos. No es tan duro, ni difícil; ni siquiera es que nos este molestando, llamándonos y recordándonos. Pero deberíamos recordarlo cada vez que nos vemos frente a un espejo.

Si tú tienes una vida difícil o has tenido una vida insatisfecha y has estado buscando quien te puede ayudar o que te puede llevar a no sentirte así, seguramente has descubierto que el alcohol no ayuda, que las drogas son la antesala del infierno; que el dinero no satisface y que las relaciones vanas solo estorban. ¿Qué hacer? ¿Dónde encontrar la salida? No hay nada fuera de ti que te pueda ayudar. Nada ni nadie va a llegar a darte las respuestas. Pero si te detienes un momento, solo un minuto este día y un minuto cada día de tu vida, tan solo un minuto, vas a encontrar las respuestas y la ayuda que necesitas. ¡Háblate a tu interior! ¡Di que necesitas y como quisieras que fueran las cosas! Que te gustaría que sucediera en tu vida. ¡Dilo, repítelo, repásalo! Al principio va a parecer que no sucede nada; pero no dejes de hacerlo, un minuto cada día; muy pronto vas a saber a que me refiero. Puede ser en la mañana al levantarte, mírate al espejo y detén todas tus preocupaciones, todos tus pendientes, todas tus distracciones; solo un minuto. Un minuto de los 1,400 minutos que tiene el día, de cada día que respiras. Solo 1 minuto; ¿Puedes? Podría ser antes o después de comer. Antes de dormirte, acostado. Un minuto cada día. Vas a encontrar y a entender el por que del espejo de Dios y por que la fuerza de El se refleja en tu interior y en tu exterior para, cada día, salir adelante y ayudar a quien este a tu alcance. Un minuto, solo un minuto.

CONTINUARÁ...

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